No sabes de qué forma o manera pero, de pronto, algo se posa en tus hombros, miras a tu alrededor y se trata de un abrigo que te ha caído del cielo...si, del cielo, un abrigo del cielo y no, no estoy loca...el abrigo de la amistad.
Abrigo bajo el cual te sientes calentita en los días de frío, abrigo que puedes posar a tu lado en los días de sol, abrigo que custodia tus desdichas, que aleja tus miedos, tus dudas, tus ganas de salir corriendo en un momento dado.
Abrigo que te sienta como si te lo hubiesen hecho a medida, suave de textura pero elaborado de esa tela resistente que te imprime la seguridad que se evapora en las tinieblas.
Abrigo que hace que camines con orgullo portándolo como si fueras una modelo en una pasarela, que si te lo abrochas te oprime pero sólo lo suficiente para que te ajuste como un guante y te sientas felizmente encorsetada en su dulce cariño.
Abrigo que se mueve grácil cuando una ráfaga de viento temeroso te azota en lo más profundo de tu ser, que no se desgasta por mucho que lo uses pues, por composición, es eterno.
Abrigo que se salta las rebajas ya que su valor sigue siendo incalculable a través del tiempo, que no se rompe así como así, como mucho se mancha un poquito cuando no lo has utilizado en condiciones, pero que restregando un trapo húmedo, la mancha desaparece.
Abrigo que brilla con cada rayo de sol, que se ilumina con las muchas lunas que ha vivido y que arde en deseos de seguir radiante por las experiencias que aún le quedan por vivir ahí mismo, en tus hombros.
Abrigo que te acuna para que no sufras más, que te empequeñece para volver a esa niñez en la que los llantos eran espectaculares en su desarrollo (todo en la niñez es espectacular en los extremos).
Abrigo que se adapta a los cambios de la moda, que admite las nuevas tendencias, las tuyas, las de su portadora, porque le apetece seguir arropando tus días, cobijando tus noches.
Abrigo de corte único elaborado desde lo más hondo del alma, aguantando las inclemencias de las lágrimas de quien ha osado ponérselo, aceptarlo.
Y mira que la gente lo busca y lo busca por su bendita exclusividad...pero sólo los "elegidos" pueden gozar de sus múltiples aplicaciones y beneficios...sólo hay que desearlo, cuidarlo y amarlo y, un buen día, se encontrará engalanando tus andares por este mundo por siempre jamás.