3 noviembre 2011
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Como tantas veces había hecho de niño, se volvió a enfundar sus botas Nike Air Jordan, las mejores para jugar al baloncesto pues permitían saltos extraordinarios. Miró como brillaban lustrosas y recordó tardes de gloria, de ascensión meteórica al Olimpo de los Dioses de la canasta. Alzó la mirada y, por un instante, maldijo a los amantes den sentido contrario; el suyo, en concreto, le regaló una galera de paseo para toda la vida. Espantó la angustia y bajó la rampa de acceso a la cancha a golpe de bíceps. Gran ovación. Luces. Marcador a punto. Hoy comienza la competición y, con ella, sueños renovados.