El blog de kora-opina

"Me basta mirarte para saber que con vos, me voy a empapar el alma" (Julio Cortázar)...tras un profundo suspiro, una reflexiona acerca del sentido de las miradas y de las que, por suerte o por desgracia, ha podido tener en su vida. Intentando sólo quedarme con las que emanan positividad (porque es sábado, hace una tarde estupenda y hoy me he levantado con la energía desbordante), me siento muy afortunada de poder contar con un repertorio, no sé si bueno o malo, pero repertorio a fin y al cabo.

Miradas que no necesitan a su lado aclaración de ningún tipo pues con solo visualizarlas, el contacto y complicidad con el que te mira, es total.

Miradas que logran avergonzarte pues te desnudan instantaneámente el alma (que es la desnudez más pura y la que más cuesta mostrar).

Miradas que consiguen que sonrían pues parecen que te tiran de los extremos de los labios que se resisten a ese maravilloso gesto en sí.

Miradas de orgullo que te llenan los pulmones de seguridad sintiendo que podrías hacer casi lo que te diera la gana porque eres poderosa.

Miradas de ternura que alcanzan a la sinrazón y te entregas al propósito que ellas mismas te hacen de esa manera. Miradas de auxilio ante un ataque de risa.

Miradas puras que te traspasan el cuerpo como una lanza de perfecto sentimiento.

Miradas que ruegan tu propia alegría para poder beber de ella.

Miradas de deseo que incitan a crear caricias, besos y demás componentes del mundo particular que se genera entre los que acuerdan amarse, aunque sea sólo una vez.

Miradas amigas, compañeras inseparables y que no hay día que pase que no se sientan afortunadas por tenerse las unas a las otras.

Miradas de amor, de un amor inmenso, inalcanzable por su grandiosidad, asfixiante por su poderío, que te arrebata las entrañas para acunarlas en su cálido seno.

Miradas de sueños, sueños aún por alcanzar o sueños que se producen en un pequeño instante que se graba en tu memoria para engrosar tu propio curriculum al uso.

Miradas de amanecer, aún legañosas, pero que anuncian todo un día por delante.

Miradas de noches enteras por descansar o, al menos, disfrutar.

Miradas de otoño (no podían faltar), teñidas de la melancolía del recuerdo de épocas pasadas, vagando por esa ciudad que se tiñe de otros colores pero que no por ello, pierden su hermosura, de refugio del incipiente frío y de la cruel humedad.

Miradas de perdón, nadie es perfecto. 

Miradas familiares, miradas de apoyo, miradas despistadas que rescatas para darles un sentido...mirando al sol (pero ya sabéis, con gafas)...un saludo a los príncipes y un besitos a las princesas, a todos los que forman parte de mis cuentos.