Por unas cosas u otras, llevo varios días teniendo muy presente el libro electrónico. Se debe haber convertido en el regalo de Reyes del 2012 porque, persona a la que preguntas, persona que te cuenta las cualidades y beneficios de los e-book.
Reconozco que me persigue. Entiendo que hay tres tipos de perfiles de consumidores de e-book:
1º. Los lectores. Gente a la que le gusta mucho leer pero no almacenar tomos y tomos de libros.
2º. Los sibaritas de la electrónica, independientemente de que les guste mucho leer o no, ellos tienen un e-book y muchos más cacharritos que hacen sus delicias.
3º. Los híbridos; o sea amantes de la lectura que se compran el libro electrónico pero que no renuncian a comprarse los libros clásicos si les gustan mucho.
Haces una pregunta acerca de como funciona el tema y se desencadena una cascada de páginas gratuitas, foros, programas, etc. que me abruma, juro que me abruma.
En principio, sería la candidata perfecta porque estaría entre la primera y la tercera opción. Cuando alguien piensa a quién le regalaría un e-book, automaticamente sale mi nombre, devoradora nata de ejemplares sin contemplación, en cualquier sitio, a cualquier hora, ediciones de bolsillo o no, grandes, medianos y pequeños. Siempre llevo un libro (y 3 cuadernos, por si me viene la inspiración) en el bolso, una nunca sabe cuanto tiempo va a tener que esperar en una situación determinada y saber que puedo emplear ese tiempo inesperado en leer, me reconforta.
Hace días incluso tuve uno en mis manos (por curiosidad). Algo pequeño, frío, gris, que no se arruga, ¿y dónde pongo los 237 marcapáginas que tengo?, las páginas se pasan marcando un botón, si te confundes de botón te encuentras con un menú de archivos que ya quisieran muchas bibliotecas municipales (algunas coleccionan del orden de 30.000 libros!!!), algo muerto en mis manos...
Para mi los libros tienen vida. En el momento en el que tengo uno en mis manos, empieza a latir cada vez que lo abro. Me gusta sopesar su grosor, saber que tengo páginas por delante que me van a contar una historia que alguien ha redactado con mucho esfuerzo, husmeando las distintas atmósferas, creando personajes, tramas, diálogos, rupturas, reconciliaciones, asesinatos, nacimientos,...
Marcar la página en la que te has quedado con trocitos de periódico improvisados o, como actualmente, con un pedazo de cartulina con mi nombre en chino cuya primera letra aparece difuminada por una desafortunada tormenta de verano.
Oler sus hojas, su tinta, sentir el tacto del papel, llegar a ese punto en el que el libro se mantiene abierto sin necesidad de soportarlo (¡ánimo, ya vas por la mitad!), observar que dimensión de hojas has leído poniendo el libro de canto en una tarde fructífera, barajear sus hojas a modo de abanico, cuidarlo con meticulosidad para que las esquinitas no vayan sufriendo por el trasiego, verlos todos dispuestos en una estantería (el sueño de mi vida: una biblioteca propia).
Todo eso y mucho más, no lo consigo con el e-book. Y si tengo la oportunidad de conocer al autor de un libro y quiero que me lo dedique, ¿cómo lo haces en un e-book?. Y la Feria del Libro, ¿cómo sería?, ¿en vez de casetas con libros, serían casetas con ordenadores?. Y cuando quieras regalar a alguien algo para el e-book, ¿le mandas un correo electrónico?, ¿cómo se lo dedicas?, ¿con un post-it?. Y qué hacemos en el día del libro, ¿vamos con el pen drive por la calle?.
Soy una troglodita del mundo digital, lo sé. Como también sé que al final, tendré que rendirme a las ventajas de este tipo de artículos, que seguro que no me va a quedar más remedio como en tantos otros temas...pero ahora mismo lo pienso y, ¡mira que me cuesta!.
Mientras el romanticismo literario me siga alimentando el alma, creo que me resistiré al mundo pdf...seguiremos informando.
Feliz fin de semana.