Vaya despiste. Si es que siempre me pasa lo mismo. Lo he vuelto a hacer y he vuelto a dejarla abierta. Y, claro, con la que está cayendo, entra una corriente fría que en su abrazo invernal, te deja tiritando sin parar. Una corriente silente a la que no das importancia más que cuando te ha traspasado la piel y se ha alojado en tus huesos permitiendo el castañeo constante de los dientes, supongo que para templar los músculos y generar la temperatura que ese aire te está arrebatando. Se lleva tus grados corporales, los que tanto te cuesta crear. Que por llevarse, se lleva hasta las entrañas que, a esas alturas, ya están congeladas, empaquetadas y dispuestas a pasar el frío invierno sin sentir.
Si, lo mismo, exactamente lo mismo de siempre, sin solución. Lo hago y, cuando es tarde, me doy cuenta de la reincidencia sin pensar en esas consecuencias que puede acarrear tal olvido.
Lo he vuelto a hacer y he vuelto a dejarme abierta la puerta del alma...aaaaaaaaaaaaaaachissssssssssss!!!!!!.