Hoy he tenido un ataque de amistad...vienen dos invitados más hoy a desayunar, asi que he de poner dos tacitas más en la cafetera. Hace meses se nos rompió la jarra original y ahora, el contenedor de café recién hecho es una taza, con lo cual, si tengo que hacer más cantidad, tengo que hacer el café en dos tandas para que no rebose y se desparrame por la mesa.
Dos periódicos de prensa gratuita como todas las mañanas. No sé por qué siempre leo uno y dejo el otro para después (debe ser que me parece visualmente más ameno y expectante)...hablamos de aquello, de lo otro y de lo de más allá mientras damos buena cuenta de unos dulces y del frío reinante desde hace una semana en la oficina; no sabéis hasta qué punto es incómodo trabajar con el abrigo puesto.
Me lío, salgo, voy, vuelvo, entro, dejo las llaves del coche, me quito el abrigo (la calefacción del coche a tope ya me ha entonado sobremanera), dejo el bolso, cojo una coca-cola light, voy al baño, suena el teléfono, lo cojo, nada importante, hago una fotocopia, informo al programa de ordenador de lo que he hecho esta mañana para que lo tenga en cuenta a efectos de posteriores evaluaciones de mi eficacia, guardo el expediente en su sitio, tacho esa tarea menos de aqui a final de año, miro el correo serio, el menos serio, apunto una cosita en la agenda, abro la coca-cola light, cojo un chupa-chups y...abro el segundo ejemplar de prensa que había dejado para ese momento.
Tampoco difiere mucho de lo que dice el primero (normal, las noticias son las mismas!!!!) y paso las hojas con cierta desgana (el bajón de adrenalina también contribuye a mi apatía). Cuando, de pronto, me quedo muerta, literalmente muerta...un golpe intuitivo me ha llevado a detenerme en la sección "relato corto" y, con tan solo leer la primera frase...me ha dado un vuelco el corazón: allí publicado, aún con el nombre confundido, estaba el relato de una muy buena amiga mía y, si, he podido sentir lo que sentía la madre de la artista porque, de pronto y sin anestesia, he sentido un ataque de amistad, un brote de orgullo que me es muy difícil explicar porque me ha paralizado por unos minutos, con la sonrisa congelada y las pulsaciones alteradas.
Cuando he logrado salir del estado de catalepsia que la alegría de ver aquello me ha propinado, he recortado el artículo y lo he puesto en mi corcho del despacho, un corcho en el que sólo se encuentran pinchadas las cosas verdaderamente importantes para mi y, sintiendo aún el ataque de amistad, he tenido una revelación...otro ataque, pero esta vez de valentía eliminando del corcho cosas que, por pena, por lástima o vaya usted a saber qué, no me atrevía a quitar...y, ha sido taaaaaaaaaaaaaaaaaan fácil que hasta me he asustado de la frialdad con que he quitado aquellas chinchetas, he tirado lo que ya me venía sobrando y lo he sustituido por ese relato corto que tan bonitos e intensos minutos me ha regalado.
Allí estará mañana cuando llegue al iglú de mi oficina, esperándome...pero no tengas miedo, no está solito, esta noche no va a dormir en una imprenta, esta noche soñará junto al discurso de Ana María Matute en el premio Cervantes...un lujo, a que si?. Pues aún así, me es imposible devolver la misma sensación que me ha provocado encontrar el relato y saber que estaba hecho con tanto amor, con tanta dedicación. Eso sí, la próxima vez avisa porque mi pequeño corazoncillo no está acostumbrado a estos ataques (al menos no hasta ahora)...y, entre tú y yo, "mancantao"...gracias, escritora. Un beso de una "escribiente" o "escribidora".