Tras unas pequeñas vacaciones en la Luna (por llamar a ese sitio donde te lleva la desesperación y el poco entendimiento de muchas cosas de alguna manera), vuelvo sobre mis pasos, a mis teclas, a mis ganas de expresarme, de crear o llamemoslo "x". Porque solo así entiendo los días completos, aunque sienta no poder rebasar la altura de los obstáculos que se te ponen por delante, aunque perciba que no estoy preparada muchos días para vivirlos correctamente, aunque sueñe despierta que duermo soñando con todo lo que la vigilia me arrebata o me muestra con crueldad relativa.
Vuelvo a mi entorno, al que genero con mi imaginación, con mis manos, con mis ojos. Mi mundo, el paralelo, el de los "tarados" por la gracia de las letras, buenas o malas, pero letras al fin y al cabo. ¡Qué más quisiera yo que fueran las mejores!. No lo son, pero para mi, ejercen un efecto salvífico inigualable a cualquier otra sustancia o circunstancia existente.
Vuelvo a mirar al infinito buscando esa palabra que hila mis frases, a sonreír ante el reto de plasmar una ocurrencia que, si bien en principio es abstracta y absurda, poco a poco va tomando forma, la forma que quiero porque esto es lo grande en este lado de la historia: querer es poder.
Vuelvo de la Luna para dejarme mimar, para ilusionarme con las pequeñas cosas, para afrontar bellas jornadas de flores y estrellas, de mis flores y mis estrellas (gracias chicas).
Vuelvo con todo, aunque sea consciente que siempre, en aquella Luna, me dejo algo por si tengo que volver, que se me haga aquel extraño sitio un puntito conocido.
Feliz martes y cuidado con las temperaturas.