3 mayo 2012
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Se entrenaban para estar muertos. Eso fue lo que más le sorprendió de aquellos seres de aspecto extraño. Tenían muy asumido su fin y se preparaban a conciencia para aquel momento. Ensayaban posturas, formas de morir y elegían lugares donde hacerlo. Todo con abrumadora naturalidad. Un ruido de fondo desvió su atención unos segundos. El microondas seguía dando vueltas tras calentar un café. Para cuando volvió a mirar, los seres habían desaparecido y, paralizado en medio de su salón, aún sostenía el prospecto doblado justo donde se podía leer “produce alucinaciones”.