9 marzo 2012
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19:04
"Igual que lo hacen las ballenas", pienso mientras me asquea la visión de mi mujer panza arriba en la piscina. Prometí no fijarme demasiado en ella, sólo me interesaba su posición y hacerme cargo de sus caprichos y tonterías. A cambio, dinero, lujo y deseos cumplidos. Pero aquella imagen me pilló desprevenido. Dudé si había hecho bien en atarme a la ballena, ahogué una nausea cuando me saludó desde el bordillo. Con frialdad, me contesté que si, no tenía más que apartar la mirada y apagar la luz.