Me sorprende la gente que piensa que, como escribes, siempre tienes temas en los que ahondar, como si fueran harina, agua y sal que, al calor del aceite, se convierten en churros.
No siempre se tienen temas, no siempre se tienen historias y no siempre se tiene el ánimo necesario para redactar. Los factores que influyen en esa actividad, a veces, son tan difíciles de conjugar que, sencillamente, no escribes.
Con esto lo que quiero "denunciar" (con cariño, por supuesto), es que esto se hace con unas elevadas dosis de inspiración, máxime ante una fecha señalada.
¿No os ha pasado alguna vez que os han encargado algo para un día en concreto y la presión ha podido con tus ansias de innovar o sorprender a aquellos que esperan de ti todo y más?. A mi si me ocurre. Me sale la creatividad cuando menos me lo espero pero si le tengo que poner una etiqueta, esa creatividad queda encorsetada, antinatural y suplerflua. Al final, termina por no gustarme lo que hago y me agobia esa sensación de ahogo que me paraliza hasta las manos.
En cualquier caso, la ocasión merece un pequeño esfuerzo, mi padre merece todos los esfuerzos del mundo.
Por ir por la vida como va, sintiéndose ágil, sorteando las dificultades y procurando empatizar (a su manera) con lo que le rodea.
Por ser como es, especial, natural, transparente, honesto y muy noble, valores que me ha inyectado en las venas desde que aquel día decidí venir a este mundo con la fortuna de hacerlo bajo sus brazos.
Por la espontaneidad y el sentido del humor que logra lo más grande: que sonriamos todos en su presencia y que se le eche de menos en su ausencia.
Por la simpatía que derrocha con propios y extraños y esa manía suya de hacerse (a veces) imprescindible, patente y necesario.
Porque me ha guiado en mis primeros pasos en todo y porque, a pesar de las lagunas que la vida a veces pone entre nosotros, sé que está ahi, que es lo más importante.
Por todo eso y mucho más, gracias papá por existir.